Dolorosas

La gesta de Rafael Blanco que salvó de las llamas al Cristo del Cachorro de Sevilla y el origen y la simbología de la señera Hermandad de los Estudiantes de Almería.

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Dolorosas

En "Andalucía en Semana Santa" recordamos un día muy triste de la historia reciente de la Hermandad del Cachorro de Sevilla. El 26 de febrero de 1973, un incendio fortuito se originó en la capilla. Fue el bullicio que se formó en la calle Castilla, gente corriendo, llorando y gritando "El Cachorro se quema", lo que conmovió a Rafael Blanco Guillén, trabajador de un polvero frente al templo. Este joven de Alcalá de Guadaíra no se lo pensó dos veces y se encaramó al balcón, trepando unos cuatro o cinco metros, rompió los cristales y una vez dentro, logró apagar las llamas que afectaban a las piernas del Cristo de la Expiración con el agua de un jarrón. Por la Virgen del Patrocinio no pudo hacer nada. También nos trasladamos a Almería. La Hermandad de los Estudiantes fue fundada en el año 1944 por cinco jóvenes estudiantes, antiguos alumnos del Instituto de Enseñanza Media, y después universitarios en Granada. En plenas vacaciones de Semana Santa empezaron las gestiones para fundar la hermandad. Contaron con el apoyo del entonces director del centro ,Francisco de Asís Saiz Sanz, y que se convertiría en el primer Hermano Mayor. Visitamos el claustro de lo que ahora es la Escuela de Bellas Artes, donde se fraguó la Hermandad y hablamos sobre sus orígenes con Antonio Salmerón, Hermano Mayor. A los titulares de Estudiantes, la Virgen del Amor y la Esperanza y Nuestro Padre Jesús de la Oración en el Huerto, se le da culto en la capilla de San Ildefonso de la Catedral. Y como broche final, el cantaor onubense Arcángel interpreta "La saeta" de Serrat en el Santuario de Nuestra Señora de la Cinta. Es uno de los poemas más famosos de "Campos de Castilla" de Antonio Machado y se ha convertido en uno de los himnos más populares de la Semana Santa andaluza sin atender al discurso crítico de Machado. La versión de Arcángel, más flamenca que la que se interpreta habitualmente, es un deleite para los oídos.