Nacido en el Barrio de Santa María, Chano Lobato se inició en los tablaos de su ciudad natal, en la Venta La Palma, junto a Aurelio Sellés, Servando Roa y Antonio El Herrero. Después se desplazó a Madrid y, gracias a Pepe Blanco, debutó profesionalmente y pasó a ser parte del ballet de Alejandro Vega. Durante veinte años cantó como «cantaor de atrás» con Antonio «El Bailarín» y actuó por todo el mundo junto a Manuel Morao o El Serna. Después cantó para bailaoras como Matilde Coral, su mujer Rosario, la Chana, Carmen Amaya o Manuela Vargas. En 1974 obtuvo el premio Enrique el Mellizo en el Concurso Nacional de Córdoba (España). Chano Lobato destacaba principalmente en soleás, bulerías y alegrías, también en tangos, aunque su cante fuera de la siguiriya a la malagueña, de las cantiñas a los soleares, de las tonás y los martinetes a la farruca y el garrotín o los cantes de ida y vuelta. Con la ayuda de la memoria individual y colectiva -testimonios de otras personas implicadas directa o indirectamente en su trayectoria personal y/o profesional- Chano Lobato realiza en este capítulo de “Hijos de Andalucía” un viaje nostálgico y sentimental por su propia vida, con lógicas referencias de la trayectoria profesional que le llevaron a merecer tal distinción.