La Húngara acude a una academia de baile para seleccionar bailaoras para uno de sus espectáculos. Una de las candidatas es una joven con síndrome de Down, que inmediatamente recibe el rechazo de la coreógrafa: “Yo no puedo ponerle a una artista una chica con síndrome de Down, por muy bien que baile”, le dice sin piedad. Una afirmación que irrita a La Húngara y le hace demostrar su enorme corazón. Su reacción no deja indiferente a nadie.