Todavía con el susto en el cuerpo por las leyendas que les contaron las mujeres de Bubión, Alberto y Alfonso llegan a Órgiva a conocer a Claudio Murciano y pedirle que los acepte como aprendices en su taller de ebanistería tradicional. Los compadres se sorprenden con los muebles que hace este alpujarreño, que tras dedicarse muchos años a ejercer su carrera de arquitectura técnica, decidió volver a sus raíces y trabajar la madera de olivo para crear piezas extraordinarias. Por supuesto, como todo trabajo artesano y sostenible lleva su tiempo y aprender el oficio no es nada rápido. Aún así acepta estos aprendices e incluso les permite saltarse algún paso del proceso. Alfonso y Alberto aprenden a quitar cortezas de la madera y a lijar y como es habitual en ellos aprovechan para cantar, bailar y en un momento dado largarse en búsqueda de un bar. Aún así aprenden mucho y salen encantados con el taller y con Claudio.