En su búsqueda de la tranquilidad en tierras gaditanas, Alfonso y Alberto llegan con su furgoneta a las salinas de Chiclana, dónde pretenden disfrutar en los barros y relajarse. Sin embargo, la idea del spa natural se viene abajo. Aunque disfrutan de los barros, allí también tendrán que ir al tajo realizando la dura tarea del despesque en los esteros, bajo la dirección de Francisco Flor y María Fernández. Pero no pueden quejarse los compadres, porque después de la jornada de trabajo, comen juntos el pescado que han cogido, con una espectacular puesta de sol de fondo.