Tal y como le pidió el obispo, Paulino redacta una carta en la que relata cómo han sido los últimos meses al frente de la parroquia. Mientras tanto, se ocupará de las rencillas entre Conchi y Ludivina a causa de la fecha de unas misas por unos familiares fallecidos. Finalmente, el joven párroco Paulino entrega su carta al prelado que, aún sin conocer sus auténticos motivos, acepta su renuncia.